El arte de traducir

Los traductores son los héroes desconocidos de la literatura, decía Paul Auster. ¿Quién los reconoce? ¿Quién acaso después de un leer un libro busca información sobre el traductor? Sólo otros traductores, otros héroes sin capas haciendo malabares con palabras y significados, perdiendo la cabeza por un frase que sale con aroma a rosas pero necesita ser jazmín.

Y ahí puede estar, perdido en un agujero de tiempo buscando la mejor manera de trasmitir un mensaje con la emoción e intención del autor, en un idioma totalmente distinto y sin los mismos recursos. Si eso no es arte, si no es amor por las palabras, entonces nada lo es. El traductor está enamorado de las palabras, de los idiomas, de las diferentes maneras de expresar emociones y como los amores, las traducciones transforman y se recuerdan para toda la vida.

Pero, ¿qué hace un traductor? ¿Para qué sirve esta profesión? El rol del traductor en cualquier sociedad es sumamente importante. La relación entre la lengua y la cultura, siempre han ido de la mano, y son los traductores quienes siempre se han encargado de transmitir cultura y conocimiento por todos los continentes del mundo, adpatándose y promoviendo el desarrollo individual de las personas y colectivo de los pueblos, acercando saber, perspectivas, empatía.

Todos  han visto películas o series traducidas que han cambiado sus perspectivas. Todos leyeron libros traducidos que transformaron sus consciencias. Todos estuvieron en contacto con la obra de un traductor. Cuando trabajan, estos héroes viajan por diferentes territorios, por el tiempo, habitan diferentes cuerpos y vuelven sin dudas cansados, pero mucho más sabios. Traducir es sin dudas un arte que enriquece la mente no solo del que traduce, sino de todo aquel que quiere aprender y sobretodo crecer, ya sea profesional o emocionalmente.

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